Comentario a las lecturas biblicas del 26 diciembre 2018 • Fiesta de San Esteban

• Lecturas
• Hch 6,8-10,7,54-60
• Sal 30,3cd-4.6 y Sab 16bc-17
• Mt 10,17-22

I.- Señor Jesús, recibe mi espíritu

Ayer celebramos con solemnidad y enorme gozo la Navidad, el “Dios con nosotros”, uno de nosotros. Y hoy nos encontramos de manera sorprendente pasando de la alegría, la sorpresa, el asombro ante la maravilla que no nos atreveríamos ni a soñar, al encuentro con una realidad injusta y cruel.
Lo primero que la Iglesia celebra al día siguiente del nacimiento de Jesús es la fiesta de su primer testigo, Esteban, asesinado -también- por los “representantes” religiosos de su pueblo.
La alegría insospechada de la presencia de Dios entre nosotros no se vive ni se expresa solamente a través de lucecitas, campanas, árboles y villancicos.
Como en un anuncio demasiado precoz, la muerte de Esteban muestra el cumplimiento de lo que Lucas había señalado al comienzo de su evangelio: este niño está colocado de modo que todos en Israel caigan o se levanten; será una bandera discutida… (Lc 2,34). Así, casi al comienzo de los Hechos, el mismo autor nos confirma que el gozo de “haber visto al salvador” se transforma en entrega de la vida.
El texto litúrgico ofrece una muy pequeña parte del relato referido a Esteban. Sería muy interesante leerlo completo en el libro de los Hechos. Nos asombrará el modo en que Lucas va presentando a Esteban como una “copia” de Jesús. No sólo en lo que le sucede, sino en el modo de situarse personalmente ante los representantes de la sinagoga, con una libertad, verdad, valentía, compasión… que recuerdan los rasgos de Jesús.
“Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu” recogió el abandono de Jesús en manos del Padre. En la Nueva Alianza, el primer testigo que entrega su vida hasta el final, la pone en manos de Jesús. Y esa es la invitación para todos. No hace falta esperar al final de la vida, ni perderla de manera cruenta. Hoy, cada día, podemos poner la vida en manos del Señor Jesús. Y de ahí surge el gozo profundo que no podrán arrebatarnos.

II.- No os preocupéis… el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros

Podríamos decir que la primera lectura que hemos escuchado es una “puesta en escena” de lo que hoy nos propone el Evangelio.
Seguir a Jesús tiene exigencias. O tal vez podemos hablar de consecuencias. No debería extrañarnos tratándose del seguimiento de Jesús. Tampoco podemos imaginarlas como pesadas obligaciones que se nos echan encima. Descubrir con alegría el tesoro del Reino que nos anuncia y ponerse tras Él en el camino acaba generando conflictos.
Pero estos conflictos serán dadores de vida cuando aparezcan en nuestra vida “por su causa”. Y no por nuestras tonterías, equivocaciones o escándalos. De ahí la importancia del discernimiento y la atención permanentes.
Y cuando la vida se nos complique verdaderamente por seguir a Jesús, afrontarlo será posible desde la clave que hoy nos señala el Evangelio: No os preocupéis…
El Espíritu del Señor, presente en nosotros, nos proporciona cuanto necesitamos para transitar los caminos, también cuando estos se hacen tortuosos u oscuros. Sólo es preciso “entrenarse”, ejercitarse cada día en ese abandono de la vida en manos de Dios, sin perder un ápice de nuestra responsabilidad sobre la propia vida.
¡Dejemos al Espíritu hablar en nosotros! Es el modo de dilatar y hacer más profunda la alegría de la Navidad que en estos días celebramos.
¡Muy Feliz Navidad!

Hna. Gotzone Mezo, OP