Comentario de la lecturas del Jueves 23 de abril

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 5, 27-33
Salmo 33, 2 y 9. 17-18. 19-20
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 31-36

Reflexión del Evangelio del día

Nosotros somos testigos
Hoy el libro de los Hechos, en un contexto de persecución, nos presenta un diálogo donde acontece una experiencia de libertad frente a una exigencia religiosa, ¿a quién obedecer?
Las autoridades del templo, los que velan, entre otros aspectos´, por “cuidar y proteger” el culto, exigen y prohíben a los apóstoles “terminantemente enseñar en nombre de ése”, quieren acallar el mensaje de la buena noticia: Jesús está vivo.
Sin embargo, los apóstoles han vivido una experiencia tan vital y profunda, ”lo que hemos visto y oído”, experiencia que les ha transformado en hombres libres, nuevos. Es más, esa libertad les lleva a escuchar y vivir lo que Dios quiere, desobedeciendo las normas impuestas, las prohibiciones para anunciar el kerigma.
Pedro y los apóstoles tienen la libertad de los que han experimentado la resurrección de Jesucristo. ¡Con qué libertad, certeza y hondura hablan!! Hoy podemos dejarnos mirar y penetrar por esta libertad tan profunda de los apóstoles para acoger y vivir lo que perciben como llamada de Dios.

El que cree en el Hijo
El discurso del evangelio de hoy sigue ahondando en lo esencial del encuentro de Jesús y Nicodemo. Nos muestra dos orígenes, 2 tipos de personas; al hablar de la tierra refiere a la persona que carece de vínculos con Dios, es el que “habla de las cosas de la tierra”; y al hablar del cielo alude a Jesús mismo quien “da testimonio de lo que ha visto y oído”. Jesús muestra el rostro del Padre, el ser y el hacer de Padre. Acoger, creer en la Palabra del Hijo significa aceptar a Dios mismo.
Para la comunidad joánica es importante clarificar que Jesús es el Hijo de Dios. Acoger el mensaje de Jesús, es acoger a Dios, aceptar su presencia sanadora y liberadora, como dice el salmo “el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias”.
Es necesario optar entre aceptar que Dios está ausente en la vida o acoger la presencia salvadora de Jesús, ya presente en la vida cotidiana, en gestos y palabras que expresan perdón, alegría, estoy contigo, amor, escucha, creo en ti.
Esta opción es personal, la invitación en este evangelio se repite “El que acepta su testimonio”, “El que cree en el Hijo”. Los que acogen esta invitación son transmisores del rostro de Dios a través de sus vidas. ¿Tú que respondes a esta invitación?

Hna Nélida Armas Tejera