Comentario de las lecturas biblicas : Santa Teresa del Niño Jesús (1 de Octubre)

Lecturas
Job 19, 21-27
Sal 26.
Lucas 10, 1-12

Yo sé que mi defensor está vivo…, y lo contemplaran mis ojos
El texto que hoy nos ofrece la liturgia, se encuentra casi en la mitad del libro de Job. Me gusta contemplar el libro como una gran obra de teatro dramática, que progresa y se desarrolla en varios actos. El texto de hoy hace parte “de los diálogos de Job con sus tres amigos”. Es el final de una respuesta de Job, donde parece que ya no le quedan argumentos para hacer valer su inocencia y sus sufrimientos ante sus amigos y ante Dios.
Les ruega que dejen de torturarle y acusarle. En el abismo de soledad en el que se encuentra, emite una súplica desgarradora: “¡Tened piedad de mí, vosotros mis amigos! Él no sabe por qué Dios parece también atorméntale y abandonarle en su dolor, ya no le queda nada”. (v21-22)
Al llegar a este punto, Job parece que es consciente que lo que va a decir es lo mas decisivo en toda su defensa. Se halla a las puertas de la muerte y desea que, por lo menos, sus palabras queden “escritas, grabadas, esculpidas” de modo definitivo sobre un material indestructible, Lo que va a afirmar debe permanecer. Hay que afrontar la muerte misma para descubrir el sentido último del sufrimiento y esperar hasta «el final» para juzgar y entender la obra de Dios.
Es una gran y larga confesión de fe “en la resurrección”. quizás él no supo del todo lo que expresaba, pero nosotros sentimos que su pensamiento ha progresado, hasta el punto de creer que nada es imposible a Dios. Del texto se desprende su mensaje: “quiere confiar en Dios que ha hecho cosas tan buenas y tan hermosas y que no las destruirá para siempre”.
Este hecho es revolucionario para su época, está fuera de la religión y creencias del pueblo de Israel, y de todo el contexto del libro. “Sí, yo mismo veré a Dios y cuando mis ojos le contemplen, aunque mis huesos se hayan convertido en polvo, Él, no se apartará de mí” porque él es el viviente, mi defensor.
Hoy, se nos ofrece un ¡texto para orar, inagotable…!

La mies es abundante, pero los obreros pocos
“Después de esto”, así comienza el evangelio de Lc hoy. “El esto” recoge lo que les ha dicho anteriormente: son las condiciones o exigencias radicales del seguimiento.
Llegado a este momento, Jesús da un paso más, mira a aquellas personas cercanas y siente que les puede pedir y ofrecer mucho más. Les va designado y enviando de dos en dos a que vayan delante de Él, anunciando la llegada del reino. Junto a este gesto hay una afirmación de urgencia: “la mies es mucha, los obreros pocos. ¡En marcha!”. Exige prisa, no tienen que perder tiempo. El Reino apremia y necesita ser proclamado por todas partes y a toda persona, y de forma urgente.
Al proseguir la lectura, se percibe una gran sobriedad en las palabras de Jesús, no hay solo realismo sino también exigencia: miren como les envío, ligeros de equipaje, llevando poquitas cosas. Lleven sí, la oración, la súplica al Dueño de la mies,y el deseo de paz para esa casa “. (V2) Necesitan confiar, el Padre dará fecundidad a esta misión.
La llegada del Reino, tanto su éxito como su fracaso, no es obra sólo nuestra, no se impone, sino que se ofrece libremente, la gracia de Dios es un don gratuito, es un regalo, que poco a poco se convierte en tarea para cada uno.
Llegado el momento de anunciar el reino, lo reciban o lo rechacen, Jesús les da normas de cómo deben comportarse ellos. Les exige, y hoy también lo hace a cada uno de nosotros y a nuestra iglesia, el vivir desprendidos y que hagan y hagamos la experiencia del ser misionero viviendo inserto en la realidad de los pueblos, muchas veces en la inseguridad, como viven tantos hombres y mujeres hoy. Dios acompaña siempre nuestro caminar. Nuestra seguridad es: que el Reino ya ha comenzado en Jesucristo.

Hna. Virgilia León Garrido