Comentario de las lecturas del 15/noviembre/2022 - Martes de la 33ª semana del tiempo ordinario

Ap 3, 1-6.14-22
Sal 14,2-3ab.3cd-4ab.5
Lc 19, 1-10

“Estoy a la puerta y llamo”

La primera lectura de hoy nos ofrece las cartas del autor del Apocalipsis a las Iglesias de Sardes y Laodicea. En ellas se refleja una preocupación y una llamada de atención a las comunidades cristianas de ambos lugares, que viven una dinámica alejada del mensaje del evangelio que han recibido.
No eran momentos fáciles para la difusión de la fe, pero se tiene la impresión de que estas dos comunidades reciben una “reprimenda” por razones que tienen más que ver con la evolución de su manera de entender y vivir la fe, que con la manera de afrontar las dificultades crecientes del poder del Imperio Romano.
Y tengo la impresión de que los problemas de Sardes y Laodicea pueden ser semejantes a los que vivimos las personas y las comunidades cristianas de algunos de nuestros entornos.
Una lectura atenta nos puede situar ante algunas de nuestras propias experiencias. Pero subrayo hoy el contraste entre ese “no tengo necesidad de nada” y la realidad que el Señor pone ante nuestros ojos: “tú eres desgraciado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo”. El primer paso para caminar en la dirección adecuada es hacernos conscientes de nuestra realidad, y desde ella saber recibir del Señor todo lo que necesitamos. Porque es cierto que el texto habla de “comprar”, pero ¿cómo comprar siendo pobre de solemnidad? Habrá que concluir que tenemos un Dios que nos da gratis aquello que nos pide…
Por nuestra parte oído y corazón atentos, porque “Mira, estoy de pie a la puerta y llamo”.

“Es necesario que hoy me quede en tu casa”

El precioso relato evangélico de hoy lo hemos escuchado hace unas semanas en el evangelio del domingo. Es de los que confortan e infunden alegría y esperanza.
Zaqueo es uno de los prototipos de pecador en la sociedad judía de su tiempo. Jefe de publicanos (cobradores de impuestos) y muy rico (cobrando más de lo estipulado en los impuestos), estaba descalificado por definición por los poderes religiosos de su pueblo.
Ocurre que Jesús llega a su pueblo, Jericó, y él tiene verdadero deseo de verlo. Así que, a pesar de que es bajito y Jesús está rodeado de una masa de gente que le impide verlo, encuentra la solución subiéndose a un árbol bajo el cual iba a pasar Jesús.
Y aquí recibe Zaqueo la gran noticia de ese día: “Baja de prisa, que necesito quedarme en tu casa”.
Jesús va más allá de lo que el autor del Apocalipsis nos decía en la primera lectura: “Estoy a la puerta y llamo”. No sólo está a la puerta, sino que se autoinvita para hacerse presente en nuestra casa y cambiar radicalmente nuestra vida.
Zaqueo lo recibe lleno de alegría y, ante las murmuraciones de la gente que veían con malos ojos que Jesús entrara a casa de un pecador, pone de manifiesto públicamente la transformación que se da en su vida con la llegada de Jesús a ella: va a compartir su fortuna, que ya no es su “riqueza”.
El relato termina con una frase de Jesús, aplicable no sólo a Zaqueo, sino a todos cuantos consienten en vivir esta experiencia de las formas más variadas, a lo largo de los tiempos: “HOY ha sido la salvación de esta casa… porque el hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”
¿Qué mejor noticia podemos recibir?

Hna. Gotzone Mezo