Lunes 18 de enero - Semana de oración por la unidad de los cristianos (18 de Enero)

Lecturas
Carta a los Hebreos 5,1-10:
Sal 109,1.2.3.4
Evangelio: Mc 2,18-22

Reflexión del Evangelio del día
… Se convirtió en autor de salvación eterna
El lenguaje cultual de la carta a los Hebreos sirve maravillosamente para mostrarnos la diferencia radical entre Jesús y todas las demás figuras religiosas que en el judaísmo se consideraban mediaciones o intermediarios “oficiales” entre Dios y los hombres. La figura del sumo sacerdote, presentado como un hombre frágil y pecador, que tiene que ofrecer sacrificios por sus pecados antes de ofrecerlos por los del pueblo, se contrapone a Jesús, proclamado sumo sacerdote por Dios.
La primera gran diferencia aparece clara: cualquier sumo sacerdote es pecador, como el resto del pueblo. Jesús no lo es, aunque ello no le impide hacerse cargo de nuestra situación porque comparte nuestra humanidad.
La segunda es decisiva: los sacerdotes ofrecen sacrificios rituales, repetidos indefinidamente en el tiempo. El “sacrificio” de Jesús, que no coincide probablemente con nuestro concepto de sacrificio, es la disponibilidad absoluta y el compromiso de la vida entera empeñada en “poner en el mundo” la noticia del Dios Abba, el Padre que nos ama de manera incondicional, abierto siempre a dejarse “encontrar”, que nos capacita -en medio de nuestra fragilidad- para empezar cada día, crecer siempre, aspirar a reconocer y vivir el deseo más profundo de nuestro corazón que coincide, aunque no nos lo parezca, con la “voluntad de Dios” (como expresa de manera muy sugerente Adrien Candiard en su obra “A Filemón”)
Es la entrega radical de Jesús la que le convierte en “autor de salvación eterna”. Y no hay más sacrificios, ni más mediadores, ni más sacerdotes. Él es, para los que queremos recibirlo, el único y eterno sacerdote, único mediador, único puente entre Dios y los hombres. Con sus propias palabras, Él es “el Camino”. No lo olvidemos, para evitar perdernos en búsquedas cuyo objetivo no es encontrarnos con Él.
Una entrega que, como expresa de manera estremecedora la lectura de hoy, supuso que “aún siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer”.

¿es que pueden ayunar los amigos del esposo?
El evangelio viene hoy a reforzar esta presentación de Jesús como la novedad por excelencia.
A partir de una pregunta relacionada con la práctica religiosa del pueblo, Jesús se desmarca totalmente del modo en el que los diferentes grupos religiosos de su tiempo consideraban que era preciso rendir culto a Dios.
El ayuno, una práctica que Jesús recomienda en algunos lugares del evangelio, sirve en esta ocasión para mostrar que la propuesta de Jesús supone una ruptura total con algunos modos de vivir la experiencia de fe y de encuentro con Dios.
Es impensable que los amigos del novio ayunen cuando están con él. De manera similar, Jesús personifica la irrupción de la novedad permanente del Dios Amor, del Dios libre al que no se puede encerrar en un código de normas de conducta.
Seguir a Jesús no consistirá nunca en el cumplimiento de una batería de obligaciones.
Tantos ríos de tinta como se han utilizado para tratar de “explicar” el significado de lo viejo y lo nuevo (el paño, el vino, los odres) y tal vez no sea sino otro modo de decir que no podemos hacer componendas, arreglos… para tratar de hacer compatible a Jesús con nuestras convicciones, costumbres, certezas, estilos…
Él es el Único, el criterio definitivo, la novedad absoluta. Difícilmente le encontraremos tratando de meterlo con calzador en nuestro “universo”. Se trata, más bien, de abrir la mente, el corazón, las entrañas, todo nuestro ser… cada mañana, para acoger con asombro y alegría su novedad, su gracia que nos acoge tal como somos y estamos, y nos alienta para recomenzar, dar pequeños pasos, avanzar…

Hna. Gotzone Mezo Aranzibia