Pequeños milagros de Hontanas

Publicado el : 5 de septiembre de 2016

Hontanas – Castrojeriz. Últimas semanas de julio 2016. Actividad de un grupo de hermanas de la CRSD en torno al camino de Santiago. Este año somos ocho hermanas las que participamos, y dos de ellas vienen de la provincia de Francia.

Una primera mirada a lo vivido puede dejar la impresión de que un cúmulo de circunstancias, debidas al azar, ha dado como resultado una experiencia rica y gozosa. Intento mirar más adentro. Y descubro que esas “circunstancias” son pura presencia de gracia, don recibido y compartido.

Nada es casual, aunque lo parezca. Se diría que hemos dado con un enclave ideal para realizar una actividad que no supone ninguna especialización profesional, ningún trabajo previo afanoso… basta con estar “con” y “para”… compartir desde la disponibilidad, sin prisas, sin agobios.

Impagable regalo que las clarisas de Castrojeriz nos dejen su casa para poder vivir en ella una experiencia de vida comunitaria en torno a una misma misión.

¿Y qué hacemos? Acoger a los peregrinos del Camino de Santiago.

¿Cómo lo hacemos? Ofreciendo sencillos “rincones”: de silencio y oración (común en algunos momentos) en la iglesia parroquial; de masajes de pies y de refrescante infusión, en la plaza de la Iglesia. Con las más variadas posibilidades de diálogo personal y grupal. Tardes de compartir, de estar, sin ningún otro objetivo que ofrecer lo que somos y tenemos y recibir lo mucho que nos aportan. Intercambio extremadamente rico y pleno de asombro y alegría.

¿Dónde lo hacemos? En Hontanas, pequeñísimo pueblo, que aparece por sorpresa al final de una difícil etapa del Camino, cuando los peregrinos comienzan a temer que se han perdido en un desierto de más de 10 km de campos sin un solo árbol que ofrezca su sombra, sin ningún punto de referencia en el horizonte, con el cansancio de una larga etapa (31-32 km desde Burgos) en los pies y en la cabeza, con un sol que abrasa en el mes de julio, con la sed como compañera… experiencia de fragilidad y de fuerza, de agotamiento y deseo de vencer la dificultad…

Y de pronto Hontanas, plena de magníficas y frescas corrientes de agua, esperándoles como impensable regalo. En el contexto de su dificultad en el Camino se sitúa nuestro deseo de aportar algo que les permita experimentar la alegría de los múltiples encuentros posibles (con uno mismo, con los otros, con Dios), desde la sencillez y la gratuidad.

Y la interacción de todos lo hace realidad. Nada hubiéramos conseguido sin la intuición del párroco de Castrojeriz, que nos mostró Hontanas cuando parecía que Castrojeriz sería nuestro destino; y sin la maravillosa acogida y cuidado que las hermanas clarisas nos dispensan facilitándonos lugar y posibilidades de vida litúrgica, de oración, de silencio, de sosiego a lo largo de las mañanas… ¡Qué decir de los hospitaleros de todos los albergues que nos reciben cada día, y ponen la “publicidad” de nuestras actividades a disposición de todos los peregrinos que van llegando! Y los encargados de la Iglesia del pueblo, Milagros y Juan, siempre pendientes de lo que pudiéramos necesitar…

En un hábitat tan maravillosamente cuidado se produce casi por generación espontánea el florecimiento de lo mejor que cada una lleva dentro. Y vivimos la preciosa experiencia de lo esencial de cada vida: el compartir espontáneo, la relación, el descentramiento para buscar con todas el bien común… Las diferencias se solventan porque se busca lo mejor para el conjunto, y esa entrega gratuita en todos los ámbitos (comunitario y misionero), lejos de suponer un esfuerzo, nos permite vivir en libertad y alegría, recibiendo el ciento por uno del que Jesús hablaba…

Hontanas y lo que significa tiene la capacidad de ir convirtiendo progresivamente nuestra mirada, haciéndola transparente, permitiéndonos descubrir los múltiples milagros que la vida nos depara. GRACIAS A TODAS, HERMANAS.

Gotzone Mezo