Reflexión del Evangelio del día Miércoles 26 de abril de 2023

Lecturas
1 Corintios 2, 1-10
Sal 118, 99-100. 101-102. 103-104
Mateo 5, 13-16

« Vosotros sois la Luz del mundo »
Estamos en un tiempo litúrgico precioso, Tiempo Pascual, en él todos los textos están impregnados de la alegría profunda del encuentro con el Resucitado y de la búsqueda fundamental de la fe. ¡Aleluya!

“Que vuestra fe se apoye en el poder de Dios”
En la 1ª lectura, Pablo se refiere a su segundo viaje misionero cuando funda la comunidad cristiana en la ciudad de Corinto. La temática de la carta aborda la problemática interna que estaba viviendo esta iglesia de Corinto, Pablo lo aborda y desea entregarles lo fundamental de su fe.
Por otros textos sabemos que Pablo era un expositor brillante, elocuente y convincente, quizás por estas cualidades que se le conocían, hace esa larga y repetitiva exposición sobre su persona y su predicación. “Me presenté a vosotros débil, y temblando de miedo, mi palabra y predicación no fue con persuasivasabiduría humana…”(v 3-4). Quiere que sus oyentes no se lleven a equívocos o engaños, ni busquen escusas, quiere para ellos, -y en ellos para todos nosotros- que se dé el verdadero encuentren con el Cristo crucificado, éste es el centro de su mensaje: “enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinadapor Dios antes de los siglos para nuestra gloria” (v 7).
Pablo hubiera podido cautivarles con argumentos intelectuales, “ganarles para Dios”, que siguieran a su propia persona y que más tarde descubrieran a Dios, pero no, prefirió anunciar el mensaje sencillo y exigente del evangelio de Jesucristo, dejando que el Espíritu Santo guiara sus palabras y que ese mismo Espíritu fuera actuando en el corazón de sus oyentes. ¡Qué humildad y que coherencia la de Pablo en su misión! ¡Qué lección para nosotros hoy! Ojalá sepamos dejar espacio en nosotros al Espíritu de Dios.
Contemplémonos y quizás podamos responder a la afirmación que Pablo hace a los cristianos de Corinto: ¿En qué y en quién se apoya hoy tu fe?

“Vosotros sois la sal de la tierra, y la luz del mundo”
El evangelio de hoy transcurre inmediatamente después de las bienaventuranzas, Jesús contemplando a sus discípulos les dice: “Vosotros sois la sal de la tierra” “Vosotros sois la luz del mundo” (v 12-13) Al escuchar esta presentación que Jesús manifiesta ante sus discípulos, suscita en mí, en nosotros, diferentes emociones: ¡Qué dicha la nuestra, la mía…!, el Maestro me considera a mí, ser sal de la tierra y luz del mundo. Tomo aliento y enseguida pienso: ¡Cuánta responsabilidad deposita en mi vida, en nuestra vida…!, porque Jesús no dice “tienen que ser”, sino “son”. Y lo somos porque hemos entrado por nuestro bautismo a formar parte de su reino y, desde ese momento, nuestra vida se ha de asociar con la de Él. Esta es mi identidad cristiana.
Vuelvo sobre la imagen que nos presenta Mt y me pregunto maravillada: ¿Quiénes son los que Jesús tiene delante? ¿Quiénes son esos discípulos? Sí es verdad que Él les ha llamado, los conoce, pero son simples pescadores, gente sencilla, sin estudios... Pero, Jesús les mira con los ojos de Dios, y su afirmación se comprende precisamente como consecuencia de las Bienaventuranzas. Vivirlas, es decir, ser pobres de espíritu, ser mansos, ser misericordiosos…entonces sois la sal de la tierra y la luz del mundo. Así de sencillo, así de exigente.
Tenemos un rol vital, una vocación que desempeñar “Vosotros sois la sal de la tierra” “Vosotros sois la luz del mundo” No recibimos este tesoro para guárdale en un cofre y que no se deteriore o para emplearlo sólo en beneficio propio. Jesús al expresarse así está añadiendo un plus a nuestro ser cristiano acentuando para quienes somos, es como si nos dijese: os envío para toda la tierra y para todo el mundo, necesito personas que encarnen mi mensaje de amor, sean amplios de miras, salgan a la luz y no se escondan.
En esta misión no caben medias tintas para trabajar en la construcción del Reino de Dios. Nuestra vida ha de ser como la sal, dar sabor al mundo, y como la luz, que alumbra a otros. Voy a terminar con unas palabras del Papa Francisco: “No se dejen impresionar por sus límites ni por su pobreza. Mediante su Espíritu, que habita en ustedes, Cristo les da el ser sal de la tierra. Dirijan su mirada hacia él para recibir lo que les pide.” (Francisco, 29/12/2014).
¿Con mi presencia, con mis palabras, con mi actuar… estoy siendo sal y luz para los demás?

HnaVirgilia León Garrido