Reflexión del Evangelio del día : Miércoles 6 de septiembre 2023 - Vigésimo segunda Semana del Tiempo Ordinario

Lecturas :
Col 1,1-8
Sal 51,10-11
Lc 4,38-44

“Damos gracias… desde que nos enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todos los santos”
Escuchamos hoy en la liturgia el saludo con el que se inicia la carta a los Colosenses. En este caso se trata de una comunidad a la que Pablo no conoce, evangelizada por Epafras, pero de la que recibe noticias que le llenan de alegría:
- La fe, el amor y la esperanza están presentes en esa comunidad. Un amor que, en este caso, se concreta como amor de unos por otros. No habla expresamente del amor de Dios, ni del amor a Dios, sino del amor que somos capaces de ofrecernos unos a otros.
- Esto es posible porque había llegado a ellos el Evangelio, la palabra, el mensaje de la verdad. Y se deduce que lo habían acogido, no sólo en sus mentes, sino dejándole que transformara sus vidas, de modo que la comunidad misma se convierte en testigo de esa buena noticia por el amor que se profesan.
Me inclino por subrayar hoy ese “mensaje de la verdad”. En un contexto en el que vivimos rodeados de información masiva elaborada no siempre con buena fe, en la que nos hacen llegar -sin que nosotros lo solicitemos- todo tipo de mensajes, algunos deliberadamente falsos, ¿qué criterios de verdad nos orientan? ¿nos ocupamos y preocupamos por no dejarnos envolver por la mentira? ¿estamos atentos a tratar de no dejar paso a aquello que supone presencia del mal, del odio, de la división, de la muerte…? En definitiva ¿qué significa para mí que el Evangelio sea el mensaje de la verdad?

“Poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando”
El texto evangélico que escuchamos hoy se encuentra al comienzo del evangelio de Lucas, justo cuando Jesús ha comenzado su vida pública. Tras una experiencia de rechazo en su pueblo de Nazaret, marchó a Cafarnaún, donde estuvo algún tiempo, pues el texto nos dice que los sábados enseñaba en la sinagoga, provocando un enorme asombro por la autoridad de sus palabras, capaces de expulsar demonios.
Le vemos también en casa de Simón curando a su suegra de una fiebre muy alta que la tenía postrada. Pero hay mucho más: los que tenían enfermos con las dolencias más diversas se los llevaban, y él poniendo las manos sobre cada uno de ellos los curaba. La redacción nos permite pensar que eso no fue cosa de un día, que la actividad de Jesús en aquel momento incluía curar, sanar, salvar… a todos los que acudían a él. Porque así se expresaba la voluntad de Dios hacia todos sus hijos, porque lo que buscaba era el bien para todos. Sin condiciones. Ni siquiera parece necesario que la persona tome la decisión, bastaba con que alguien lo acercara a Jesús para recibir su bendición sanadora…
Dios no mercadea ni negocia con nosotros, simplemente nos sana porque nos quiere bien. No caigamos en el error de pensar que curó a la suegra de Pedro para que pudiera servirles, no. El objetivo es curar. Lo que ocurre es que, cuando alguien se sabe y se siente curado por ese amor incondicional de Dios, se siente también capacitado e impulsado a vivir al estilo de Jesús, que nos muestra que el sentido de una existencia plena está íntimamente vinculado con el servicio.
Con todas las lagunas, las torpezas y las caídas propias de nuestra fragilidad, pero con la certeza y la confianza que nos dan su palabra y su vida.

Hna. Gotzone Mezo Aranzibia